miércoles, 4 de mayo de 2011

ROMANCE DE GERINELDO





GERINELDO

- Gerineldo, Gerineldo,

Gerineldito pulido,
qué hermosa será la dama
que se acostará contigo.
- Como soy criao de ustedes,
señora, os burláis conmigo.
- No me burlo, Gerineldo,
que de veras te lo digo;
a eso de la una o las dos,
cuando el rey esté dormido.
A eso de la una o las dos
Gerineldo está vestido
con zapatillas de raso
para no ser conocido.
La infanta, que oye ruido,
el cerrojo ha descorrido,
lo ha cogido entre sus brazos
y a la cama lo ha metido.
Empezaron a luchar
como mujer y marido;
estando los dos luchando,
los dos quedaron vencidos.
El rey, que sospecha tiene,
al cuarto la infanta ha ido.
Al ver aquel triste cuadro.
el rey queda pensativo:
- Pondré mi espada por medio,
que me sirva de testigo,
pa que nunca sea negado
lo que mis ojos han visto.
A lo frío de la espada,
la infanta se ha estremecido:
- Levántate, Gerineldo,

oh, levanta, paje mío,
que la espada de mi padre
entre los dos ha dormido.
Si te pregunta mi padre,
te haces el desentendido,
dices que vienes de Francia
de regar flores y lirios.
- ¿Dónde vienes, Gerineldo,
tan triste y descolorido?
- De los jardines de Francia
de regar flores y lirios,
la fragancia de la flor
el color se lo ha comido.
- No me niegues, Gerineldo,
que con la infanta has dormido,
y antes que llegue la noche
tienes que ser su marido.
Tengo juramento hecho
a la Virgen de la Estrella,
mujer que ha sido mi dama
de no casarme con ella.
Al pobre de Gerineldo
la cabeza le han cortado
por no haber obedecido
lo que su rey le ha mandado.


He recogido este romance, muy cercano a la literatura de tradición oral, aunque se haya recogido en un libro que lleva por título COPLAS DE LOS CIEGOS, para ofrecer a ERALUCANA una versión más, para su colección.




Ilustraciones: (c) sus autores

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