martes, 19 de abril de 2011

LOS DÍAS DESDE LA CALA

MARTES SANTO


Primera impresión






En la Cala, desde ayer tarde quizá, o desde la noche, llueve suavemente, sin estridencias. Así que no hay baño y va a ser complejo poder salir a dar un paseo. Pero no es un sacrificio estar viendo el mar desde casa y escuchar el sonido del viento mientras las palmeras inclinan sus palmas por la senda de la brevedad. Aquí, la calle es tranquila y no hay que que mirar más de una vez para darse cuenta de que viene un coche. Casi todas las ventanas se ven cerradas. Al menos, los que han venido de fuera pueden descansar, ya que de la playa hay que olvidarse hoy. Sigue la grisalla sucia de la mediocridad en el horizonte, aunque espero que, pronto, un rayo de sol rompa el color y la nube y la paz verdadera caiga del cielo.


Segunda impresión






En la Cala, no hay modo de hacer una ruta cultural, a no ser que sea tabernaria: Miramar, Calabardina, Paraíso, Julio, Caty, Mariano y La Parada. El Miramar y el Calabardina están a la orilla de la playa y es donde se agolpa la mayoría de la gente. El Paraíso es como el Purgatorio, porque queda en medio y, como es hotel, no se va hasta por la tarde-noche a tomar copas en el pub que ha abierto por Navidad. Por el contrario, los restantes están en la "pedanías altas". De ellos, sólo visitamos tres, que Caty queda para comprar el pan, si es que no se lo ha traído uno de Águilas. Antes íbamos a ver el futbol (el Real Madrid) a Julio y después a La Parada. Pero no me va el alboroto ni los gritos desmesurados de los que se han acercado, sin tradición, al Barça que está triunfando, sólo por eso, por ganar. La fidelidad se demuestra en los momentos malos o producto, como en este caso, de la falta de planificación para ser igual de aburrido en su fútbol que el Barça o porque cada afición tiene unas características y la del Madrid sólo quiere ganar y ganar jugando bien. Pero tampoco tienen paciencia con los entrenadores ni esperan a que los jugadores cuajen. Las declaraciones de Di Stéfano acerca del mal planteamiento del partido del sábado pasado por Mouriño me parecen, cuando menos, una insensatez, sobre todo si el que las hace es Presidente de Honor del Real Madrid. Viene esto a cuento porque hay que dejar constancia de todas las clases de traidores que hay. No me repugnan los elogios al Barcelona, sino su agresión verbal a Mouriño. Así que uno menos a la hora de la verdad. La única excusa sería decir que es un vejete simpaticote pero con la cabeza un poco ida, ya saben, eso de la cosa senil. Pero no, lo ha escrito él y ha aparecido en la prensa para regocijo de los forofos del Barça, como Cruiff y Gaspar: uno por desmesurado creedor de sí mismo; el otro, por simple en sus apreciaciones, o sea, sin un análisis profundo ni somero, sino que se deja llevar de su forofismo. Pues bien, primero vamos a ver a Julio, después La Parada (Juan) y finalmente a Mariano porque su vino me gusta más (los demás beben cerveza).


Tercera impresión






Toca un poco de lectura para meditar después tranquilamente si se puede. De la lectura, anoto esta frase: "Esa meta de identificación con Cristo requiere el meternos seriamente en nosotras mismas para la investigación de nuestras desviaciones, para el examen de nuestros defectos solapados y escondidos, para ver todo aquello que tan fácilmente perdonamos a nuestro YO y tan acerbamente señalamos en los demás". Esto lo escribe la misionera cruzada de la iglesia que decíamos ayer. Ahora es más importante que los secretos queden en manos de pocos porque ellos los guardarán por mucha secularización que provoquen los de siempre. Así que, recojo otra antífona: "Turba multa, quae convenerat al diem festum, clamabat Domino: Benedictus qui venit in nomine Domini: Hsanna in excelsis". La gran multitud que había venido al dia de fiesta clamaba al Señor: Bendito el que viene en nombre del Señor. Así que, al final, ganaremos los que aún tienen fe.


Cuarta impresión




Escribe Juan Ramón Jiménez en La corriente infinita. Crítica y evocación, 1961: "En esta primavera, este viernes santo, la muerte me revuelve con muertes aquella vida, antigua primavera despreocupada, loca, riquísima, en que veíamos por vez primera la colores del mundo y despertábamos, entre las hojas verdes, a la idea de inmortalidad. Todo era nuestro, y despreciábamos todo lo que no fuera la gloria, es decir, nuestra gloria, puesto que nos creíamos y éramos, por tanto, dioses. Muchos años, muchas cosas, muchas primaveras por medio. Pero el recuerdo de aquellos días de entusiasmo, fervor, dinamismo, esperanza, libertad, fe, vuelve a mí, no sé si como mi abril mejor, pero sí el más lustroso y profuso". Pues vale.


CODA






                                  Hambre que me coma el corazón herido


En el silencio ocre de un oscuro movimiento
nace, enfrente de la estéril nada, un puro roce
de ávido intelecto con sencillo sentimiento
natural. Pero este dulce intenso simple goce

vibra en la profunda sima de interior natura,
invita amable a extender la mano mesturera
y apresar lo eterno inextinguible. Así, procura
horadar la estable sombra bruna cual si fuera

un hálito contiguo a la cálida palabra
aún no pronunciada, ni nacida tan siquiera.
¿Quién que es mortal no se interroga? La tierra labra,
dura, seca, agrietada, como si un mundo hiciera,

el modesto labrador y la prepara y la hiere
con  potente brío y profundiza con la esteva.
¿Quién que es con rigor no se define? El río quiere
seguir su curso infinito. ¿No habrá quien se atreva
  
en osado asalto, cándida aura, ímpetu ciego,
con las voces rumorosas de amistad sagrada?
Anda, pugna con el ángel, luz, espada, fuego,
en el rito añil de la corriente alborotada

de los días de la vida y su ámbito secreto.
Tantos años he vivido el vino en la bodega
fermentado, tiempo tanto entregado al decreto
recibido de tu boca, que el vocablo juega

en detrimento de la quietud callada, parca,
sobria y recoleta en su mirada primorosa
inabarcable. Cercada por la noche, marca
camino impenetrable, ruda verdad boscosa,

conclusa orilla, abismal talud, procedimiento
adusto difícil de entender, moral esfuerzo.
Nada es en la creadora soledumbre, siento
de aquel atrio la nostalgia, triste amor retuerzo;

en la tarea soy de copiar en mí amargura
dúctil e inefable, como vuelo de paloma
en su zureo oval, leda brisa de locura.
Y ansío, en la batalla dura, hambre que me coma

el corazón rendido, sin fuerzas, sin espacio.
Medito en ello con tristeza y gran vacío hallo.
Esplendente señal busco. Tea arde en palacio
amado. Sito en mi oquedad, sufro, muero y callo.

                                                                        (José Luis Molina)






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