jueves, 21 de abril de 2011

LOS DÍAS DESDE LA CALA

JUEVES SANTO








La meteorología juega un papel increíble en todos los acontecimientos humanos, sociales o individuales. Por otro lado, parece que hay días que necesitan o brillan más con sol:
Tres jueves hay en al año
que relucen más que el sol:
jueves santo, corpus Christi
y el día de la Ascensión.
Aunque me imagino que eso era antes. Bueno, antes de que la misma Iglesia cambiara las fechas de las celebraciones de los santos antiguos en pro de los nuevos más jóvenes, aunque estos jueves siguen brillando con independencia de que el teocentrismo haya sido sustituido por el valor económico de la vida. El homo economicus vivirá mejor, pero, para ello, ha sacrificado su espíritu. Así ha de ser para adecuarse a los signos de los tiempos y, sobre todo, a esa entelequia que llaman progreso. Buscar para huir. Busco la riqueza a base de trabajo y esfuerzo denodado para huir después en busca de relajación para evitar el stress que produce el trabajo desmedido o desmesurado. En el caso de los mayores, el descanso significa la imposibilidad de seguir el ritmo de los más jóvenes. Y el que la cabeza flaquee en unos y otros la tengan activa.



Así que, este jueves que reluce más que el sol, está dominado por esa grisalla que se ha instalado en la Cala desde hace ya unos días, que trajo lluvia el lunes por la tarde y que no sé qué va a hacer hoy. Pero el día, en verdad, es feo, sereno pero gris, parece sucio, es, en verdad, un día triste.
También es verdad que, al parecer, la meteorología también influye en el estado de ánimo, pero tampoco nos va a hundir en el pesimismo porque detrás de un día viene otro. Así que pensamos en que, esta vez sí de verdad, el estado del día va a influir en que salgan o no las procesiones. Claro que, a los indiferentes, les da igual. Por eso, a los indiferentes, se les aplica la legislación vigente.






Y esto viene a cuento porque, si antes hablo, antes comienza a llover. Los truenos vienen aún lejanos pero las gotas de agua caen ya sobre los cristales del balcón en el que escribo. A pesar de ello, una extraña calma se ha adueñado del paisaje y ni la rama de una palmera se mece al pairo de la brisa que no suspira ni siquiera cuando el relámpago anuncia ruido, o sea, cuando San Pedro hace rodar las tinajas en el cielo. Viene esto a mí como recuerdo. A todos nos medio asusta, al mí al menos, una tormenta descarnada, aunque sea un simple trueno. Entonces, mi tía Ventura reunía a los criajos de la casa y les contaba, nos contaba, cosas como la anterior para que mantuviéramos la calma y no llorásemos. Mi nieta Diana ha estado a punto de entrar en la tierra del llanto, porque, ha gritado, "no me gustan las tormentas". Desde este lugar de mi escritura, le he he dicho que viniese conmigo si nadie le hacía caso. Ha venido, le he contado la vieja patraña, y se ha ido tan contenta para comprobar si la abuela le iba a decir lo mismo. Está lloviendo con cierta dureza, pero ella está jugando con su osito y la paz reina en sus días y en los oídos de la demás. Pero, el que sepa esas cosas no podrá transmitirlas.






Del montón de libros que tengo a mi alrededor elijo el Audi, filia, del Beato Juan de Ávila, como se le conoce, a pesar de ser ya santo. Y leo: "Mas lo que os quiero decir es que procuremos, con las fuerzas que Dios nos diere, de nos conformar con sus santa voluntad con obediencia y sosiego, y no seguir la nuestra, de la cual por fuerza se han de seguir desconsuelos y desconfianzas, y cosas de aquestas. Suplicad al Señor nos abra los ojos; que, más claro que la luz del sol, veríamos que todas las cosas de la tierra y del cielo son muy baja cosa para desear ni gozar, si de ella se apartase la voluntad del Señor. Y que no hay cosa, por pequeña y amarga que sea, que, si a aella se junta la voluntad del Señor, no sea de mucho valor. Más vale sin comparación estar en trabajos, si el Señor lo manda, que estar en el cielo sin su querer". Leer esto es, al menos, leer buena literatura y conocer cómo se expresaban en 1556. Pero, si se profundiza en el autor, se verá cómo sufre las penas de la Inquisición simplemente por erasmista y eso molestaba a la jerarquía eclesiástica que era, en definitiva, la que mandaba o estaba muy cerca del poder oficial. Pero de ahí a querer destruir todo aquello hay un abismo. ¡Ah!, las procesiones serán siempre religiosas. Así que hay que inventar otro vocabulario para que el laicismo engan su filología específica.








La lluvia no entorpece la pequeña felicidad. En este caso la dejada por el Real Madrid con su triunfo en mi nieto Pablo, que me ha llamado por teléfono para comentarlo conmigo. Tengo ganas de que se haga algo más grande para que me acompañe, aunque sólo sea una vez, por la ruta del vino en Lorca, tópico ya mítico y que quiero hacerlo con él, que no beberá nada, ni yo, seguro que yo me lo habrán prohibido, como si fuera un rito de iniciación. Tantas veces se lo he dicho que él asegura que quiere ser mayor para ir conmigo a recorrer dicho camino.








Para cambiar de tercio, cambio de libro: "Ya sé que hay ciertos espíritus que siguen siempre con libertad su inclinación, y que estos no han de quedar jamás satisfechos de la razón ni de la luz ni de la doctrina de los santos, porque de nada quedan pagados. Y si Dios, milagrosamente, no rompe el lazo fuerte de la propia opinión, no tienen remedio hasta que conozcan la verdad el día del juicio, cuando ya no será tiempo. El que leyera los libros con intención de aprovecharse y para buscar la verdad, le premiará Dios la buena intención, lo iluminará y hallará con seguridad la luz y la verdad; pero el que los lee para contradecirlos, le castigará y, en vez de encontrar la verdad, hallará la ceguedad" (Defensa de la contemplación). Firmado, Miguel de Molinos, sí, el de Guía espiritual, otro heterodoxo, como ya sabemos. Bueno, hay quien discrepa y explica que ahora se le reivindica por su ortodoxia incomprendida o se reclama su heterodoxia como signo o metáfora de otros olvidos y censuras. Es decir, que lo férreo de la oposición entonces no ha impedido que su doctrina perviva entre unos cuantos, unos por ella misma, otros por su índole reflexiva, por su espiritualidad o por su literatura. Pero, si no se lee, pues se tiene una experiencia intelectual menos.






Antífona
Avertantur retrorsum et erubescant qui cogitant mihi mala.
Retrocedan y enrojezcan los que piensa de mí cosas malas.
Salmo 69
Deus in adjutorium men intende,
Domine, ad adjuvandum me festina.
Dios, acude en mi ayuda,
Señor, corre a ayudarme.
Confundantur et revereantur
qui quaerunt animam meam.
Sean confundidos y avergonzados
los que buscan mi alma.


Y concluye así:


Sed et lingua mea tota die
meditabitur justitiam tuam;
cum  confusi et reveriti fuerint,
qui quaerunt mala mihi.
Pero también mi lengua todo el día
medita tu justicia,
porque fueron confundidos y avergonzados
los que quieren cosas malas para mí.




(c) cada autor de su obra





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