martes, 26 de abril de 2011

LOS DÍAS DESDE LA CALA


Dijo a la lengua el suspiro:
échate a buscar palabras
que digan lo que yo digo.
(Soleá de Enrique Paradas)



Ayer, todo cuanto escribí bajo este epígrafe, se borró. Algo debo hacer mal porque, cuando copio y quiero pegar, algún genio de la lámpara o algún duende del país de los manazas interviene y sucede que todo se va al garete. Ayer estuve en Lorca por razones médicas y llamé a Fernando Cuadrado, con el que estuve un rato en el Mesón Lorquino mientras tomábamos descafeinado yo y él cerveza. Sabe mucho este Fernando, ha leído mucho caminando literariamente por donde lo lleva su instinto, una intuición que no le equivoca. Ahora está leyendo a Patricio de la Escosura, ha leído a Espronceda y espero que pronto acabe con Campoamor, pues es su interés leerlo: es un poeta para quien las niñas "tienen el pecho de cristal". Me parece una cursilada de abuelete. Posiblemente La canción del pirata sea una canción protesta de su època, pero es un poema que lees como cantas Asturias patria querida, cuando estás en el tono etílico justo, o sea, en todo lo alto de la euforia y te crees un Mario Lanza o así. Pero bien: entrad en su web, eralucana, y allí os encontraréis alguna que otra sorpresa. Es la segunda vez que os lo digo.


LA SOMBRA DE PROPERCIO

Llevabas la sortija calcinada en el dedo,
fragmentos de barro en el rostro
amoratado, y rota la seda de tu vestido
cuando sentí el peso de tu cadera
junto a mí, muy cerca de mi sueño.
Intentaste hablar nuevamente, y tus ojos
reflejaron los días llenos de amor
por las cosas y por nuestros encuentros.
Ha surgido así la cabaña del prado y el camino
cerca del riachuelo de aguas heladas
y la habitación donde moriste en la sombra.
Un viento ha helado mi corazón. Nada vuelve otra vez.
Escucho la nocturna voz de tu silencio
y veo cómo sales sin abrir ni cerrar
la puerta, y atraviesas la cerca.
(Juan Perucho, “Cinc poemes inèdits/Cinco poemas inéditos”, en Pasajes 5, 1986, pp. 52).



No quería yo hablar de Joan Perucho, pero me he encontrado con este texto tan hermoso que no he dudado en traerlo a la Cala. Está chispeando una gruesas gotas que ensucian los cristales y entran por el balcón, mojando las cosas que dejaron los críos en sus juegos y ahora hay que coger para que no se manchen. Mas he decidido dejarlas como están, no alterar este momento glorioso y dejar el que tiempo supere al tiempo, mientras se abandona la lectura para mirar el horizonte supremo y pensar en los que no ven el mar porque no tienen mar o no lo ven porque no saben mirarlo. Esto va a durar poco porque el mar no se ha alterado y queda enrarecido el el soporte genial de los propileos. Ayer puse cosas de Manuel Machado, cosas que me servían para mí, pero eran bellas para todos. Acaba de entrar el sol. Lo ha hecho a través del cristal sin romperlo ni mancharlo.







Del color del lirio
tiene  Gerineldos
dos grandes ojeras;
del color del lirio,
que dicen locuras
del amor de la reina.
Al llegar la tarde,
pobre pajecillo,
con labios de rosa,
con ojos de idilio;
al llegar la noche,
junto a los macizos
de arrayanes vaga,
cerca del castillo.
Cerca del castillo,
vagar vagamente
la reina le ha visto.
De sedas cubierto,
sin armas al cinto,
con alma de nardo,
con talle de lirio.
(Manuel Machado. Alma)


Entre la mala copla y el mal poema había una pequeña diferencia. Este es el poema que ayer puse en esta Cala que está antes de llegar a la Cola:

ÚLTIMA


Ya me ha dado la experiencia
esa clásica ignorancia
que no tiene la fragancia
del primero no saber.
¡Oh la ciencia de inocencia!
¡Oh la vida empedernida!...
Desde que empezó mi vida
no he hecho yo más que perder.

Ya mis ojos se han manchado
con la vista de lo feo.
No creía... Y ahora creo
en todo y en algo más.
He querido serlo todo
y ya ni sé si soy algo...
De lo que dicen que valgo
no me he creído jamás.

Escritor irremediable,
tengo la obsesión maldita
de la vil palabra escrita
en el odioso papel.
Y mi ingenio -¡el admirable!-
en mi martirio se ingenia...
Con él y mi neurastenia
llevo el alma a flor de piel.

Apenado, sin dolores.
Amoroso, sin mujeres.
Libertino, sin placeres,
y rendido, sin reñir.
Ando, amante sin amores,
con mi juventud podrida,
por la feria de la vida,
sin llorar y sin reír.

La gloria... ¡para mañana!
¿El dinero? Yo no quiero
placeres por mi dinero...
La voluntad... ¡Es verdad!
Con ella todo se gana;
borra montes, seca pontos...
Yo no he visto más que tontos
que tuvieran voluntad.

Y ahora, en mitad del camino,
también me cansa el acaso.
... Perdí el ritmo de mi paso
y me harté de caminar.
La voluntad y el destino
diera por una bicoca...
- Y yo...
- Tú, calla. ¡Tu boca
es sólo para besar!




Ilustraciones: (c) la propiedad es de sus dueños. Yo sólo sé que participa Jean Jerome. Gracias.

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