miércoles, 20 de abril de 2011

LOS DÍAS DESDE LA CALA




 MIÉRCOLES SANTO




El día ha sido tan feliz o más como estos en los que están mis nietas pequeñas. Y no es por otra cosa que por su dulzura, por la gracia que tienen los niños chicos en un momento dado y que permite que las relaciones sean más tiernas. Esa es la función de la infancia con arreglo a la edad de sus mayores. Así que, desde que se despiertan, están a mi alrededor. Después vienen los niños y, para poner orden en aquel galimatías de gritos, hay que llevarlos a la playa. Así son las cosas, como son, no como yo quiero.





El día apunta a bueno. La verdad es que a primera hora estaba el mar y el aire mejor que ahora mismo. Desde mi atalaya, veía a la palmera sulamita cadearse rítmicamente. Ahora es agitada por el viento. Pero es un día dichoso que también tiene su encanto, como puede verse en Gabriel Miró. Este día también tiene su canto gregoriano:

Jam lucis orto sidere,
Deum precemur supplices
ut in diurnis actibus,
nos servet a necesitatitbus.

Una traducción muy libre sería esta:

Ahora, cuando amanece,
recemos suplicantes a Dios
para que durante el día
nos libre de las necesidades.





ANTE UN CRUCIFIJO

¡Señor! Como una lámpara votiva,
que humildemente ante tu cruz ardiera,
el recogido corazón quisiera
tener su llama vigilante y viva.

Y el alma, estremecida y sensitiva,
depuesta toda su altivez roquera,
quisiera ser, Señor, tu prisionera
y ante esa Cruz perseverar cautiva.

Si quiere el corazón, si el alma quiere
así rendirse a quien por ella muere,
¿qué falta, pobre corazón mendigo?

¡Deja esa Cruz, mansísimo Cordero!
¡quede el alma prendida en el madero
y seas Tú de su pasión testigo!

(P. Félix García, O. S. A.)


Del libro Los ateos también creemos en Dios, extraigo este poema con una firma harto interesante:






PROFESIÓN DE FE

Dios no es el mar, está en el mar; riela
como luna en el agua, o aparece
como una blanca vela;
en el mar se despierta o se adormece.
Creó la mar, y nace
de la mar cual nube y la tormenta;
es el Criador y la criatura lo hace;
su aliento es alma, y por el alma alienta.
Yo he de hacerte, mi Dios, cual tú me hiciste,
y para darte el alma que me diste
en mí te he de crear. Que el puro río
de caridad que fluye eternamente,
fluya en mi corazón. ¿Seca, Dios mío,
de una fe sin amor la turbia fuente!
(Antonio Machado)

En la España cainita que se resucita por la necesidad de hacer daño por imponer una idea no por todos aceptada, yo entre ellos, Antonio Machado es el poeta bueno y Manuel Machado el poeta malo. Pero se les calificó así por ideología, no por su valor literario. Por eso, una de las dos Españas nos helará el corazón, si nos dejamos:








EL CRISTO DEL PERDÓN DE MARAVILLA

Perdón, es la palabra. Del primero
que sabe perdonar es la victoria.
Del odio y rencores en la negra noria
caber no puede triunfo verdadero.

Herido y mutilado, en el madero,
vence siempre Jesús, porque su gloria
es toda Amor. Y es el perdón de la historia
de Cristo, Dios y hombre verdadero.

Llanto de Amor, cual agua de la peña,
de nuestro corazón brota a raudales,
grato a la caridad que Él nos enseña

-entre oraciones puras y sencillas-,
para bañar las plantas divinales
del Cristo del Perdón de Maravilla.

(Manuel Machado)






Ilustraciones:
(C) Cristo del Giotto, de Dalí, del Perdón. Palmeras.

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