viernes, 15 de abril de 2011

LOS DÍAS DESDE LA CALA






1.
Ya he felicitado esta mañana, antes de bajarme a la playa, a mi Virgen de los Dolores. Es la Virgen Azul. He sido azul toda mi vida. Y lo sigo siendo. Ya no soy mayordomo. Me di de baja. Era lo máximo que podía hacer por si esta triste directiva se marchara. Es, ha sido, mi protesta. La gente ya no se mueve por el corazón, sino por la barriga, por figurar, por sacar pecho escondiendo el buche. Pero es que este Presidente ni siquiera preside. Solamente está. Una de las mujeres que lo apoyaba, decía: es un presidente guapo. Ahora, cuando se ha dado cuenta de su poco peso, agrega: pero sin encanto. La Virgen se merece algo más que un presidente soso. Los que lo apoyan, por figurar ellos también, son tan culpables como él. Si no estoy allí, me evito estar con disgusto. Ellos están con el Presidente. Yo, con la mar.

2.
MARÍA, LA VIRGEN DOLOROSA
Ante ti, en la soledad de la tarde,
un tanto apartado, como es costumbre,
mi aflicto espíritu, tu reciedumbre
admiro. Tu rostro contenido arde

en la profundidad del amor, cumbre
de amargura, de soledad. Guarde
el silencio cuanto la luz retarde
en serte cielo, de la muerte lumbre.

Virgen de manto envolvente, morado
poniente de angustia. Perdidas manos
en el cárdeno duelo de la espada,

tu corazón es un pájaro olvidado
tras la túnica recogida. Canos
cabellos nimba corona argentada,

y el recoleto entorno aureolado
de tu magno reflejo a los humanos
azules cautiva, Madre apreciada.
(José Luis Molina. Nuevos poemas azules).

3.
AL OTRO LADO
Al otro lado me dijeron
los viejos se van convirtiendo en árboles
viejos también sin hojas en la cara del sol
aguardando sin saber qué,
mudos.

Pero súbitamente un árbol cualquiera
siente subir dentro de él la savia de un sueño
al borde de la muerte ya pero todavía
tibio como la leche de la madre.

El sueño va subiendo por las venas del árbol
una vida entera que pasa
hasta hacerse pájaro en una rama
un pájaro que recuerda, canta y se marcha
poco antes de que todos los árboles mueran.

Si yo me hago árbol viejo al otro lado del río
y me toca ser el árbol que recuerda y sueña
puedes estar bien segura que soñaré contigo
con tus ojos grises como el alba
y con tu sonrisa
con la que se vistieron los labios de los rosales
en los días más felices.
(Álvaro Cunqueiro. Hierba aquí o allá).

4.
Hoy sí estaba fría. El agua del mar sabe estar tan cálida o frígida como el día. Si hace bueno, el agua te envuelve y te llega a la cintura sin que suspires. Si hace malo, como esta mañana a la hora en que me entré en ella, se aprieta al cuerpo buscando el calor que le falta y pronto se acompasa. Y pasear así unidos es entrar en una nueva armonía de humano y materia. Entonces surge la gravidez del silencio, la potestad de la esfera, la serenidad del paseo protector entre el espejo que te recoge y la movilidad extraña de los deseos que no se oyen, del abandono total porque el agua te llega sólo hasta donde quieres, es verdad que hoy estaba fría, como si saliera del frigo. Pero nada mejor que su encanto para ir, poco a poco, descubriendo su misterio. No hay que hacerlo de golpe, si no programar jornadas pequeñas. Porque, si descubres pronto el misterio, ¿qué encanto te va a quedar por descubrir siendo los días tan largos y el olvido tan corto?

Ilustraciones: Mi nieta Ana. Iglesia de San Francisco, sede del Paso Azul. C alabardina. Plaza de la Leña, Pontevedra (c). Fotos. JLM

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