miércoles, 6 de abril de 2011

LOS DÍAS DESDE LA CALA






A

EL ARTE

"El poeta está sentado ante su mesa. Lucha, como otro poeta dirá tres siglos más tarde, contra el vacío papel que la blancura defiende. La tinta se ha secado en su pluma. La palabra no brota. En el cielo, que asoma un poco por la ventana del gabinete, se enciende, rosa y oro, el poniente. ¿Cuántas horas hace que el poeta trabaja? No lo sabe exactamente. Pero está cansado, cansado como el mundo, aunque no haya escrito una sola línea".

(Gabriel Celaya. Exploración de la poesía, 1971)

B

"Los grandes poetas son tan raros como los grandes amantes"
(Cesare Pavese. Oficio de vivir. 17 noviembre 1937)

"...el yo que cuenta su pensamiento ha creado el método de las sucesivas poesías en tercera persona donde el argumento no es ya lo que el personaje hace, sino lo que piensa. La poesía, de ahora en adelante, habla del complejo fantástico interior del personaje. Y que el seco pensamiento se haya convertido, del ermitaño en adelante, en lujuriante de sensaciones no tiene particular importancia".

(Cesare Pavese. Oficio de vivir. 20 noviembre 1937).

GENTES SIN ARRAIGO


Demasiado mar. Hemos visto ya suficiente mar.
Al atardecer, cuando el agua se extiende lívidamente
y se desvanece en la nada, el amigo la escruta
y yo escruto al amigo y los dos nos callamos.
Tras caer la noche, nos enclaustramos en una taberna, arrinconados,
aislados entre el humo, y bebemos. Tiene sueños mi amigo
(son algo monótonos los sueños ante el fragor del mar)
en que el agua no es sino el espejo, entre una isla y otra,
de colinas, jaspeadas de flores salvajes y saltos de agua.
Me gustan las colinas y le permito que me hable del mar,
porque es de un agua clarísima que incluso deja vislumbrar las piedras.



No veo sino colinas y me cubren cielo y tierra
con las firmes líneas de sus contornos, próximas o lejanas.
Sin embargo, las mías son ásperas y rieladas por viñas,
fatigosas sobre un suelo quemado. Las acepta mi amigo
y desea cubrirlas de flores y frutas salvajes,
para descubrir, entre risas, muchachas más desnudas que frutas.
No es menester: a mis sueños más ásperos no le falta una sonrisa.
Si por la mañana, temprano, nos encaminamos
hacia aquellas colinas, podremos encontrar entre viñas
alguna moza morena, ennegrecida por el sol,
y trabando conversación, comer algo de su uva.


(Cesare Pavese. Poesía, 1986)

C


Cuando me empezó esta tristeza que hoy
acaba en el tono duro del tránsito, el que
vengo a explicarme de nuevo, al menos me hallaba
pleno de un interior estado amoroso y hablaba
en la suprema quietud de mi entrega.

La búsqueda emprendida por mi desolado
desierto insatisfecho, me tiene en TI mismo
que me acompañas, misterioso y sublime,
oh TÚ, que sabes la posibilidad de que anticipe
mi brindis a la hora de tu segur.


Esto lo escribí en 1981. Ayer tarde, hice un apartado y escribí lo que sigue:


El ruido inalterado del enjambre
revolotea el aura matutina,
excava en el romero albura fina
mientras teje alondra canoro estambre

de luz, que salmodia integra y dulce hambre,
en el claustro interior de la hora pina.
Penitente sarmiento y amor combina,
antífona morada y suave alambre.

Si es amable el Cielo en loor constante,
más allá de lo humano previsible,
pues tanto su hermosura atrae y absorbe,

¿podré saber, Dueño añil, el instante
glorioso del encuentro imprescindible
en el que mi aleve pie deje el Orbe?

(5 abril 2011) José Luis Molina

D

¿Quién, que se considere poeta o que ejerza de poeta, no ha explicitado en sus versos sus reflexiones acerca de sí mismo, de su lugar en el mundo, de su soledad ante el cosmos, o de su exultación ante la belleza del universo, de su depresión, de su melancolía y también de su júbilo? Evidentemente, el componente reflexivo es un componente obligatorio en poesía. Pero también hay que decir que constituye un subgénero dentro de la poesía, llamémosle poesía reflexiva o poesía filosófica.
(Luis Alberto de Cuenca, en Michael Pfeiffer. El destino de la literatura).

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