sábado, 16 de abril de 2011

MUNDO ESPIRITUAL




Miguel de Molinos


Aunque posteriormente no me haya servido para nada positivo, el cultivo del espíritu ha sido una constante en mi vida. Y así voy a seguir. Para mi mejor desarrollo interior, amén de otras circunstancias, he trasladado mi estancia a Calabardina. Si en Lorca veía a poca gente, en Calabardina, sólo a uno o dos. Nada importa lo que sea cada uno. Ni lo que haya intentado ser. Es más, siempre he distinguido con detalles al que he considerado que lo necesitaba. Voy a los lugares a los que me llaman. Sólo a esos. Y, si estoy, es porque me han convocado. Me molestan, como humano, algunos comentarios, hechos con mejor o peor intención, pero los encajo. El que tenga cabeza, que la use. Porque, como Miguel de Molinos piensa, "no se ha de inquietar el alma por verse cercada de tinieblas, porque estas son el instrumento de su mayor felicidad". Lo que puede pasar, o pasará, es que, para no molestar, cuando vaya a Lorca, cada vez menos, eche por otra calle y evite los lugares que pueden ser comunes y así, a quien le moleste mi persona, no tiene posibilidad de verme. Por tanto, nada más feliz que mi estancia en la Cala. Porque resulta que hay dos maneras de tinieblas, unas infelices y felices otras. Las primeras son las que nacen del pecado, y estas son desdichadas, porque conducen al cristiano al eterno precipicio. Las segundas con las que el Señor permite en su alma para fundarla y establecerla en la virtud, y estas son dichosas, porque la iluminan y fortalecen y ocasionan mayor luz" (Miguel de Molinos. Guía espiritual, cap. VI, 39).
La sabiduría popular, que es tan sabia como la otra, tiene un dicho que voy a recordar, no sé si correctamente, para que sirva de aviso de navegantes:
A la subida de un puente
ni a la bajada de otro,
ninguno que beba vino
le diga borracho a otro.
Es decir, cada uno con sus defectos y sus desgracias personales va bien servido y no hay ningún feo que no quiera ser bonico. Pero no hay que recordárselo más de lo justo. En el plano espiritual, que es lo que nos ocupa por estar en esta fechas sagradas para los creyentes, sobre todo de la Virgen de los Dolores, tenemos el mismo aviso de otra manera más elegante:
Aquí la envidia y mentira
me tuvieron encerrado.
Dichoso el humilde estado
del sabio que se retira
de aqueste mundo malvado
y con pobre mesa y casa
en el campo deleitoso
con sólo Dios se compasa
y a solas la vida pasa
ni envidiado ni envidioso.
Cito de memoria y no he puesto comas (,), pero me ha salido bien, no he cometido errores de bulto. Que bastante castigo es el día a día, aunque aquí, en las pedanías altas de la Cala, eso se olvida con vino o cerveza, según los gustos de cada uno. Aquí, en Calabardina, a cada día le basta su afán.
Dos modos hay de ir a Dios, uno por consideración y discurso, y otro por pureza de fe, noticia indistinta, general y confusa. El primero se llama meditación (es lo que hago en la Cala); el segundo, recogimiento interior o adquirida contemplación (lugar al que nunca llegaré). El primero es de principiantes (como yo), el segundo de aprovechado. El primero es sensible y material, el segundo es más desnudo, puro e interior (donde me gustaría llegar pero... mis errores me lo impiden: como a todos los pecadores. Y el que esté libre de pecado que tire la primera piedra. Amén).

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