Engendros de la muerte,
velamos nuestros tesoros
a la tenue luz de unos cirios
de torneada factura y llama
recoleto paso y debilidad suprema
para el sonido de las monedas
contra el azul palio del dolor
con austero labio enfundado
en una oración de miradas
cruzadas y áfonas voces,
atento sólo al desenlace
del rostro dolorido y la careta,
el rezo de un delicado himno
donde se implora el favor
de la Dolorosa siempre Virgen,
engendradora misma de la lividez
los pasos de los pecadores,
capirotes de rostro morado,
ascienden protestas de miedo,
que, ajeno el íntimo penitente
a los Dolores de la ínclita Dama,
sólo se arrima al ara
en demanda de perdón
Ella,
atenta a su llanto,
acoge
la fervorosa súplica,
petición amorosa
y genuflexión.
José Luis Molina
Francisco Cayuela Sánchez tiene que estar aquí por justicia: es el mejor director artístico no sólo del Paso Azul, sino de la procesión lorquina. La otra ilustración pertenece al libro de Dominique Aubier SPAGNE.
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